¿Qué es el nexo causal?

El nexo causal es un concepto fundamental en el campo del derecho. A través de esta figura es posible establecer la relación de causalidad entre una acción y un daño determinante. Es decir, es la conexión que explica como una acción o evento produce un resultado concreto. En términos jurídicos, se emplea para determinar la responsabilidad de un daño ocasionado.

De esta manera, este concepto toma especial relevancia en casos de responsabilidad civil. Su prueba será fundamental para determinar sobre quién recaerá la obligación de indemnizar a la parte damnificada. Para designar al responsable, será necesario demostrar la existencia de una relación causal clara entre su acción u omisión y el daño en sí mismo.

Demostrar la existencia de un nexo causal puede ser complejo, ya que requiere determinar si la acción o evento en cuestión fue la causa real del daño. Para ello, se suele recurrir a criterios como la previsibilidad, la adecuación causal y la prueba de daño.

Además, a la hora de aplicar este concepto deben contemplarse diferentes tipos de nexo causal. A continuación, desglosamos los principales aspectos relacionados con esta figura y algunos escenarios en los que, habitualmente, el nexo causal suele estar presente.

Tipos de Nexo Causal


Tal y como veníamos adelantando, existen varias modalidades de nexo causal que deben tenerse en cuenta a la hora de valorar cualquier daño ocasionado. En función del tipo de nexo causal que entre en juego, determinar al responsable en cada caso será más o menos complejo.

Causalidad Directa:

Se caracteriza por una relación inmediata y sin intermediarios entre la causa y el efecto. La causa produce el efecto de forma previsible y adecuada. Evaluar la responsabilidad en estos casos es simple y evidente.
Ejemplo: Una persona arroja una piedra a una ventana y la rompe. Existe una causalidad directa entre la acción de arrojar la piedra y el daño a la ventana.

Causalidad Indirecta:

La causa produce el efecto a través de una serie de eventos intermedios. En estos casos, la relación causal puede ser más difusa. Determinar la responsabilidad en el daño puede ser más difícil y requerir de un análisis profundo.
Ejemplo: Si una persona deja una estufa encendida y esto provoca un incendio que se propaga a casas vecinas, existe una causalidad indirecta entre la acción de dejar la estufa encendida y el daño a las casas vecinas.

Causalidad Concurrente:

Nos encontraremos ante un caso de causalidad concurrente cuando dos o más causas independientes produzcan o contribuyan a un mismo efecto. En estas situaciones será fundamental determinar en qué proporción ha contribuido cada causa al resultado final.
Ejemplo: Si un paciente sufre una reacción alérgica a un medicamento y, al mismo tiempo, padece una enfermedad preexistente que agrava la reacción, existe una causalidad concurrente entre el medicamento y la enfermedad en el daño al paciente.

Criterios relevantes relacionados con el Nexo Causal


Analizando la profundidad del concepto de nexo causal destacan tres aspectos fundamentales que le dan forma. Para analizar de manera apropiada un nexo causal y su impacto en un daño causado, debe responderse a estos tres criterios constitutivos:

Prueba de Daño:

Es fundamental demostrar que el daño se produjo como consecuencia de la acción o evento en cuestión. Para ello, se debe establecer una relación directa entre la causa y el efecto. Los daños evaluados podrán ser físicos, económicos o morales. En este último caso, evidenciar la relación suele ser bastante más complejo.

Ejemplo: Si una persona sufre un accidente automovilístico debido a la negligencia de otro conductor, el daño físico o económico que sufra será la base para determinar la responsabilidad del conductor negligente.

Previsibilidad:

Este criterio establece que la causa debe ser un evento previsible que una persona razonable habría podido anticipar. Para ello, se tomará en cuenta el contexto y las circunstancias en las que se produce cada caso. La previsibilidad no exige certeza absoluta de que el daño pueda ocurrir, sino simplemente la probabilidad razonable de que ocurra.

Ejemplo: Si un fabricante comercializa un producto con un defecto conocido que puede causar lesiones, se considera que el daño a los consumidores era previsible.

Adecuación Casual:

A la hora de evaluar un nexo causal, otro de los factores fundamentales es la adecuación causal. Esto implica que toda causa debe ser adecuada para producir un efecto. En definitiva, se analiza si la causa es, efectivamente, capaz de generar el daño en cuestión. Para ello, se consideran detalladamente las características tanto de la causa como del efecto.

Ejemplo: Si una persona deja una ventana abierta durante una tormenta y esto provoca que se moje el interior de la casa, se considera que la causa (dejar la ventana abierta) era adecuada para producir el efecto (daños por agua).

Aplicación del nexo causal en distintos contextos legales


El nexo causal puede entrar en juego en la mayoría de escenarios legales planteables. Siempre y cuando quepa duda sobre la responsabilidad de un hecho que haya ocasionado cualquier agravio o perjuicio, se podrá analizar el nexo causal. A continuación enumeramos situaciones o supuestos frecuentes en distintas áreas del derecho:

  • Derecho Administrativo: Sanciones por infracciones, responsabilidad patrimonial de la Administración…
  • Derecho Laboral: Accidentes laborales, enfermedades profesionales…
  • Derecho Contractual: Incumplimiento de contratos, responsabilidad por daños…
  • Responsabilidad Civil: Accidentes de tráfico, negligencias médicas…
  • Responsabilidad Penal: Agresiones, lesiones, homicidios…