Responsabilidad de los administradores ¿Qué significa?

La «responsabilidad de los administradores» se refiere a las obligaciones legales de las personas que dirigen y gestionan una sociedad o entidad. Es un término enmarcado dentro del derecho mercantil y socientario que define las competencias de estos responsables, ya sean de hecho o de derecho. Tiene una relevancia especial en este ámbito por las implicaciones que puede tener en la sostenibilidad y buena marcha de las empresas.

Ser administrador de una sociedad exige un conocimiento profundo de estas responsabilidades. Dentro de las empresas, estas figuras deben extremar la precaución y rigurosidad en el ejercicio de sus funciones. Si los mecanismos de control estatal detectasen algún tipo de irregularidad, el administrador tendrá que encargarse de regularizar y esclarecer la situación.

Por otro lado, la responsabilidad de los administradores no se limita a la gestión interna, sino que también abarca la responsabilidad frente a terceros. Si los administradores incurren en prácticas ilegales, negligentes o improcedentes, serán personalmente responsables frente a la sociedad y sus socios o accionistas.

Aquí se detallan las implicaciones del término “responsabilidad de los administradores”: las normas o deberes fundamentales estipulados, el tipo de responsabilidad que puede exigirse, y las limitaciones a los administradores. Sigue leyendo para comprender este concepto en profundidad:

Normas y deberes fundamentales de los administradores

Los administradores de una sociedad tienen el deber de actuar conforme a un conjunto de principios y reglas que se detallan en la legislación pertinente, que suele incluir, entre otros, los siguientes deberes fundamentales:

Deber de diligencia: Los administradores deben desempeñar su función con diligencia y actuando como representantes profesionales de la empresa o sociedad. Esto implica desarrollar una gestión cuidadosa y prudente de la entidad.

Deber de lealtad: Deben actuar de manera leal y con fidelidad a los intereses de la sociedad. Esto implica evitar la búsqueda de un beneficio personal en detrimento de la entidad que administran.

Obligación de información: El administrador debe mantener informados a los socios y accionistas de la situación real de la empresa. Del mismo modo, debe notificar riesgos o situaciones adversas, de manera transparente y honesta.

Cumplimiento legal y estatutario: Los administradores deben asegurarse de que la empresa cumple con todas las leyes y regulaciones aplicables, así como con sus propios estatutos.

Tipos de responsabilidades exigibles a los administradores

Puede darse el caso en que el administrador designado incumpla las exigencias establecidas por la empresa o entidad que representa. En este caso y dependiendo de las inconveniencias ocasionadas por su actuación, los administradores pueden enfrentarse a distinto tipo de sanciones. De esta manera se habla de responsabilidades a distinto nivel:

●  Civil: Los miembros o asocidados que forman parte de la empresa pueden demandar al administrador por daños y perjuicios si no actuó con la diligencia estipulada.
●  Penal: Si en el ejercicio de sus funciones han realizado actos constitutivos de delito, su responsabilidad puede reclamarse por vía penal.

Si se demuestra que, en efecto, el administrador es responsable de las pérdidas o daños reclamados, se le exigirá compensación. Esta compensación puede concretarse en la restitución de los daños causados, indemnizaciones, multas e incluso penas de prisión.

Límites de la responsabilidad de los administradores

Ante situaciones que perjudiquen frontalmente a una empresa o sociedad, el ordenamiento jurídico contempla la posibilidad de iniciar acciones contra los administradores. Estos mecanismos pueden ser iniciados por la sociedad misma, sus accionistas y también sus acreedores; una vez quede demostrado que la actuación del administrador confronta sus intereses.

Además, en ciertos escenarios, como en situaciones de insolvencia, la legislación puede prever una responsabilidad ampliada de los administradores. En estos casos debe determinarse que hubo una gestión imprudente o negligente que contribuyó a generar la situación de insolvencia.

Teniendo todo esto en cuenta, se hace evidente la importancia de meditar concienzudamente la elección de un administrador. Debe buscarse la designación de un candidato consciente de sus capacidades y responsabilidades. Además, es aconsejable que esta persona cuente con el asesoramiento adecuado para minimizar los riesgos a la hora de tomar decisiones empresariales.

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